domingo, 16 de mayo de 2010

¿México en extinción?

Selvas Secas

De entre los diferentes ecosistemas que podemos encontrar en México están las selvas secas mexicanas, estas se localizan principalmente en la costa noroeste de México y ocupan cerca del 6% del territorio nacional. La diversidad de especies en las selvas secas se caracteriza por la elevada concentración de fauna y flora endémicas.

Las selvas secas llegan a presentar dos estaciones muy marcadas, la de lluvias y las sequías, casi todas las especies vegetales presentan adaptaciones que les permiten sobrevivir a la sequía.
En este artículo hablaremos sobre algunas de las especies animales de estos ecosistemas que se encuentran protegidas por la Norma Oficial, nom 059-semarnat-2001.2




¿Qué pasará? ¿Serán solo un recuerdo?

Así como las selvas secas mexicanas son consideradas como los ecosistemas con mayor número de especies endémicas en Latinoamérica. También es cierto que muchas de estas especies se encuentran en peligro de extinción debido a diversos factores, sobre todo causado por los humanos, por lo que en la actualidad se han creado diferentes organismos encargados de la conservación de dichas especies, por mencionar un ejemplo, la Rata arborícola (Xenomys nelsoni), esta especie nocturna también conocida como “rata de Magdalena” sólo puede encontrarse en algunos lugares de Jalisco y Colima.
La rata arborícola se caracteriza por tener una mancha blanquecina sobre los ojos, casi del mismo tamaño que éstos. Presenta también un anillo pardo y muy poco definido alrededor de cada ojo. Su pelaje en el dorso se compone de colores dorados y rojizos con algunos mechones de punta negra, y en el vientre predomina el color plomizo. Las líneas de demarcación entre el color del dorso y del vientre son claras y bien definidas. La dieta de este roedor básicamente está constituida por plantas. Su época de reproducción ocurre a finales de la temporada de secas y llega a tener una o dos crías.
La Xenomys nelsoni se encuentra clasificada como una especie amenazada debido a que su hábitat está siendo destruido por prácticas agrícolas y crecimiento urbano, ya que tiene una restringida distribución.


Nos hemos olvidado de lo que los animales no solo vienen a servirnos como alimento o adorno, también ayudan a otros seres vivos importantes para nuestra sobrevivencia, tal es el caso del murciélago platanero (Musonycteris harrisoni), una especie nativa de América y endémica de la costa del Pacífico de México. Se encuentra en los estados de Colima, Jalisco, Morelos, Guerrero y Estado de México.
Los murciélagos plataneros son de talla mediana. Alcanzan una longitud de hasta 9.1 cm, incluyendo la cola, que mide cerca de 1.2 cm. Su rostro es extremadamente largo, poseen orejas pequeñas y redondas, y el color de su pelaje es generalmente grisáceo o café.
Tienen una larga lengua con papilas cónicas gracias a las cuales pueden recolectar gran cantidad de néctar. Debido esta característica juegan un papel importante en la polinización de las plantas.
Se alimentan principalmente del polen que se acumula en su cara y cuello, y que consumen principalmente cuando se acicalan; pero las flores y su néctar también forman parte de su alimentación. Asimismo, llegan a consumir de forma indirecta algunos insectos que se encuentran en las flores.
En general, se desconoce mucho sobre la reproducción y comportamiento de esta especie y por ello se necesita más investigación.
Debido a la destrucción y fragmentación de su hábitat, el Musonycteris harrisoni se clasifica como una de las especies en peligro de extinción.

El humano, es una especie que se caracteriza porque la mayoría piensa primero en su beneficio, en su comodidad, en tener siempre lo mejor, antes que pensar en el daño que están haciendo a otras especies, por el simple hecho de querer tener una mascota que sea hasta cierto grado excéntrica, se han encargado de poner en peligro de extinción aves como el Perico de frente amarilla (Amazona oratrix), es un tipo de loro grande que alcanza los 38 cm de longitud y llega a pesar hasta 535 gramos.
Solía encontrársele en ambas costas de México: en la vertiente del Pacífico, desde Colima y hacia el sur hasta Oaxaca, y en las costas del Golfo de México, desde el sur de Nuevo León y el centro de Tamaulipas hasta Veracruz y Tabasco. Lamentablemente, en muchas de estas zonas sus poblaciones están disminuyendo drásticamente o han desaparecido.
Los loros adultos de esta especie, tanto machos como hembras, se parecen físicamente. El plumaje de su cuerpo es verde; la cabeza es de color amarillo-dorado; los hombros varían de rojos a rosados y la curva del ala tiene plumas de color rojo, rosado y amarillo. El plumaje de la cola es verde mate con un ribete exterior en azul y su pico es blancuzco.
Los pericos frente amarilla se alimentan principalmente de frutos, nueces, semillas, néctar, bayas y brotes. Son aves gregarias y monógamas que viven ya sea en parejas o parvadas de hasta cinco individuos. Su época de reproducción comprende los meses de febrero a mayo. Construyen sus nidos en huecos de troncos, y en ellos llegan a depositar de 2 a 4 huevos (blancos, de casi 4 cm de longitud) que la hembra incuba por cerca de 28 días. Debido a que la Amazona oratrix es muy codiciada tanto en el mercado de mascotas como materia prima para el arte plumario, sus poblaciones han ido desapareciendo de algunas zonas y se le cataloga como especie en peligro de extinción.


Así como este perico, existen otras especies que son capturadas y puestas en peligro, para ser tratadas como mascotas, o artículos de ornamentación, afectando a la cadena alimenticia, y así al equilibrio ecológico de este ecosistema, entre estas especiés se encuentra el Escorpión (Heloderma horridum) , que a pesar de ser una de las dos únicas lagartijas venenosas que existen en el mundo, es una especie que se encuentra amenazada debido a la destrucción de su hábitat y al tráfico ilegal, pues son animales codiciados por su aspecto y capturados para ser mascotas u animales de ornato.
Se distribuye en México a lo largo de los estados de la costa del Pacífico, desde Sinaloa hasta Chiapas. Alcanza una longitud de unos 90 cm y puede pesar hasta 4 kg. Su cabeza, cuerpo y cola son robustas.
El color de su cuerpo, cola y extremidades varía entre castaño claro y oscuro. Presenta manchas grandes y redondeadas de color amarillo claro, así como bandas amarillas y transversales en la cola, aunque cuando es joven estas bandas (de 6 a 7) suelen ser oscuras.
Su cabeza es de color castaño oscuro a negro en la punta, y castaño claro en la parte superior, ventral y a los lados. Su lengua se bifurca en la punta y es extensible. En la mandíbula inferior tiene glándulas de veneno que desembocan entre los pliegues de una membrana mucosa.
Febrero y marzo son los meses de reproducción de la también llamada “lagartija enchaquirada”. Las hembras ponen de 3 a 13 huevos que entierran y dejan incubando alrededor de 60 días. Luego de este periodo, nacen las pequeñas crías de 20 cm.
Estos reptiles son carnívoros, se alimentan de pequeños mamíferos, aves, lagartijas, ranas, insectos y huevos de aves y reptiles. Almacenan grasa en su cola y cuando escasea la comida dependen de esta reserva para sobrevivir.


Existen otras lagartijas, catalogadas como especie rara por la Norma Oficial, y que igual se encuentra en peligroo de extición, debido a la influencia del hombre, esta es el Basilisco café (Basiliscus vittatus), también conocida como “tetetereche” o “lagarto de Jesucristo”, es nativa de América Latina y recibe el nombre científico de Basiliscus vittatus (‘basilico' significa “pequeño rey”).
Los machos y las hembras se distinguen entre sí a pesar de que comparten algunos rasgos; ambos tienen las patas y la cola muy largas y su cuerpo es de color pardo con franjas o machas amarillas, pero el macho es generalmente más grande que la hembra –algunos machos llegan a medir hasta 17 cm de longitud y alcanzan los 600 gr de peso–. Las hembras suelen poner entre 5 y 7 huevos, pero algunas pueden llegar hasta los 12. Además de ser animales arborícolas y terrestres, son una especie omnívora, pues se alimentan tanto de insectos (hormigas, escarabajos, saltamontes, arañas y larvas de mariposas) como de diferentes tipos de plantas (pastos, semillas, tallos y bayas).

Existe otra especie muy conocida por su tamaño, pelaje (ornamentación), este es el tigrillo (Leopardus wiedii), conocido como “pichigueta”, “mojocuan” o “margay”, es el felino pinto más pequeño que habita en México.
Nativo de América, es generalmente un animal solitario que vive en los estados de la costa del Pacífico y del Golfo de México, y también en parte del estado de Puebla.
Este excelente trepador llega a medir hasta 1.30 m de longitud, contando su cola, y puede pesar hasta 4 kg. Los tigrillos machos se caracterizan por ser más grandes que las hembras. El suave y tupido pelaje de ambos presenta tonalidades que van del gris cremoso al canela, con manchas café oscuro que forman filas longitudinales a lo largo de su cuerpo.
Su periodo de gestación es de 76 a 84 días. La hembra puede llegar a tener hasta dos cachorros, a los cuales amamanta por ocho semanas. Después de este tiempo, la dieta se vuelve principalmente carnívora. Los tigrillos cazan una gran variedad de presas, entre ellas algunos mamíferos, tanto terrestres como arborícolas, además de anfibios, reptiles, artrópodos, ciertas aves y sus huevos. En ocasiones, también se alimentan de frutas.
La piel del tigrillo fue muy codiciada en el mercado de pieles y su persecución y captura minó dramáticamente las poblaciones de tigrillos en el país. Actualmente, la cacería ilegal y la fragmentación y destrucción de su hábitat (los tigrillos requieren de una amplio espacio para vivir que va de los 15 a los 43 km2) son algunos de los factores que afectan a esta especie en peligro de extinción

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